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Thursday, September 16, 2010

Francisco Anselmi era el dealer de música que frecuentábamos en las vending machines de cyber prepa, converse, lentes de pasta, saquito, cabello padre desaliñado.

Francisco Anselmi portaba su iPod shuffle, cuando solo eran blancos, cuando dormía en clase de verano, sentado en la última fila, compartía videos de Franz Ferdinand, Sigur Rós y estudiaría música. Adrián Dárgelos era su man crush, Vincent Gallo también, la música de The Strokes también, la portada del Is This It también.

Francisco Anselmi a veces no usaba calcetines, a veces sudadera rosa fosforescente, con su Clío rojo era tutsi, le hacía a rebasar por el carril izquierdo pero no me hubiera molestado morir en la carretera con Drexler o los Shins de fondo. Le gustaban las cervezas, cuando comía muchos tacos de canasta le dolía respirar y el corazón, hacía bromas que asustaban a su amiga medio borracha, ella creía que se había machucado la mano con la cajuela de tutsi o el macomóvil.

Francisco Anselmi era She Says, The Sheep Affair y leaf, luego cortos que superaban a los de últimos semestres, pero faltó el demo, los créditos más convencionales, y a él no le gusta ser malhecho, lo malo es que su perfeccionismo era equiparado con desidia. Ahora vive su sueño, y creo que hará buenas inclusiones de la leche como fetiche o capricho en 16 mm.

Pero todo es mentira, no conozco a Francisco Anselmi, solo a Alex.

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