Jueves 17 de abril de 2008.
Primeras impresiones.
Sueños... no de los que se presentan al dormir. Hablo de los que aparecen y existen en las aus(pres)encias de la conciencia, en ése limbo de lo que es y no es. De cómo añoramos realizarlos...pero tal vez si se materializaran todo sería más aburrido, la conciencia sería pasiva, descansando sin molestarse por indagar más allá de la realidad.
La abstracción de los monitos encargados de elegir la programación de la IMAX que corre cuando cierro los ojos me confundieron groseramente el lunes pasado cuando me tocó presenciar la evolución -cual pokemón- de una oruga-palomilla. Estaba yo en una reunión con gente desconocida, sólo recuerdo las paredes rojas reflejantes, el techo blanco, una copa de vino tinto, lengua morada, sed de agua y cómo contemplaba la silueta de un bicho. La sacudida de la lámpara coincidió con la evolución del sinécdoque, una palomilla igual de fea que el gusano.
No sé cuántas copas llevaba pero me sentía chistosa, la palomilla se clavaba en mi dedo índice derecho y la sacudida de mi mano no era suficiente para zafarme. Mi mano izquierda se negaba a dejar la copa aunque los dientes del sinécdoque me ocasionaban mucha comezón. La sacudida de sus alas, parecida más al del revoloteo de un pájaro, se apagó cuando dispararon contra sinécdoque y yo desperté.
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