[there goes the fear]

El 26 de marzo pasamos El Rey León como metáfora de introducción, hasta nos dieron playeritas con el logo más un: generación 03-06. Pero el brainwash formal inició el lunes 8 de agosto a las 08:30, así todos los lunes, miércoles y viernes del semestre agosto-diciembre 2003...actividades integradoras, debates, expectativas, traumas, eneagramas, tests de personalidad, juegos, películas, rompecabezas, dibujos, reglamentos, leyendas urbanas, dilemas éticos a resolver...guiados y moderados por el joven mentor buena onda con resemblanza a Woody de Toy Story.
Al mismo que A regaló en su cumpleaños unos pingüinos con una velita, al que le gustaban las manzanas verdes o amarillas con limón y chile piquín, de preferencia Tajín, el de la oficina padre con vista a los árboles y dos ventanas enormes, justo en la esquina del edificio, con muchos chocolates, juegos de mesa y rompecabezas. Con él se olvidaba cualquier predisposición aversiva, provocaba contemplar una oficina.
Algún lunes, miércoles o viernes de agosto nos hizo escribir una carta a nuestro yo del futuro long term. 32 mocosos pubertos pre adolescentes que comenzaban la prepa, frescos, a punto de ser iniciados, acostumbrados y convertidos al sistema que nos adoptaría en los siguientes 3 o 7 años. Hojas de papel en blanco y un sobre: escriban unas líneas, una cuartilla, lo que quieran... a su yo del futuro, en 3 años, solo ustedes lo leerán, nadie las abrirá, personalmente les regreso el sobre cuando vayan en el último semestre.
El jueves 17 de abril del 2004 fue de gastritis, tercer parcial y regreso de semana santa, solo hice examen y me volé las demás clases. El viernes 4 Woody aka BTW me dijo que no ñoñeara y que me fuera a disfrutar la semanita de descanso. El sábado 19 tuve que presionar la carcasa del Nokia 3320 para leer que harían una misa en honor al mentor profesor joven buena onda.
Conocí lo significante y lo insignificante que fue y pudo ser Woody, lo que fue terminó en una cajita negra, en manos de sus padres.
Y lo que pensé antes de llorar fue que ya no nos iba a entregar las cartas.
Y sigo creyendo que se van los decentes, genuinos, condescendientes. Y lo que hay queda aquí no vale la pena, no es suficiente para ser feliz, las sonrisas se van con las sonrisas.

Ed. 1